Al detenido por matar al niño de Lardero se le permitió sexo con desconocidas y viagra en prisión
Francisco Javier Almeida López cumplió la mayor parte de su condena por asesinato en la cárcel cántabra de El Dueso
Entabló relación por carta con una admiradora con quien acabó teniendo vis a vis íntimos con ayuda de medicación
Este es el momento en que la Guardia Civil detiene al depredador de Lardero
Detienen a un depredador sexual por el asesinato de un niño de 9 años en La Rioja
Así intentaron los vecinos de Lardero linchar al detenido por el asesinato de un niño de 9 años
Un interno bueno, muy bueno. Esa es la primera referencia obtenida por OKDIARIO al hacer averiguaciones sobre el paso por la cárcel del hombre que ha sido detenido por el secuestro y la muerte de un niño de 9 años en Lardero, La Rioja. Pero si algo sorprende es que, a un preso condenado por una aberrante agresión sexual, acompañada de un brutal asesinato que llevó a cabo tras haber sido condenado anteriormente por otra agresión de la misma índole, se le dé viagra en la cárcel para mantener relaciones sexuales con una mujer a la que conoció por carta.
La erótica del mal es un fenómeno tan difícil de entender como contrastado. Las cárceles españolas experimentan habitualmente el mismo hecho: criminales condenados por los más terribles hechos comienzan a recibir cartas desde el exterior si se trata de casos que hayan sido mediáticos. Le pasó a Miguel Carcaño, asesino de Marta del Castillo, le sucedió a José Rabadán, autor del triple crimen de su propia familia y por el que fue bautizado como el asesino de la catana, y también le pasó a Francisco Javier Almeida, el hombre detenido junto al cadáver de un niño de 9 años al que presuntamente acababa de llevarse de un parque valiéndose de engaños.
De hecho, si localizaron a Almeida y al menor en un portal cercano fue porque otra niña a la que había tratado de hacer lo mismo días atrás dirigió a los policías y a un grupo de padres hasta allí alertados por la desaparición del niño.
El lamento generalizado en el barrio del niño de Lardero fue “se veía venir” o “ya lo avisamos” cuando se conoció el terrible desenlace, y no es de extrañar, porque desde 1991, Almeida, que por aquel entonces tenía 25 años, ya comenzó a tener problemas con la Justicia, cada vez más graves, más terribles y con peores consecuencias para sus víctimas. Hablamos de un hombre que por sentencia firme quedó acreditado que se excita teniendo la muerte y el dolor ante sí. Lo atestigua la brutal muerte que le dio a la trabajadora de una inmobiliaria en el año 1998, a la que apuñaló hasta la muerte mientras la agredía sexualmente, y también el hecho de que cuando lo detuvieron en Lardero estaba al lado del cuerpo de un niño muerto con síntomas de asfixia.
Preso dócil y de confianza
Pues este tipo cumplió la mayor parte de su condena por la muerte de la mujer de la inmobiliaria en la cárcel de El Dueso. Estaba calificado como el preso de mayor confianza del centro penitenciario, donde trabajaba como ordenanza en el departamento de objetos retenidos del módulo de ingresos. Un tipo educado, nada conflictivo, con celda propia individual y muy dócil a las instrucciones de los trabajadores de la cárcel. Así pasaba la vida preso Almeida hasta que empezó a cartearse con una mujer a la que no conocía de nada. Las cartas dieron paso a las comunicaciones orales y éstas a las visitas por locutorios.
Fuentes penitenciarias aseguran que este tipo de relaciones son habituales en prisión. Personas que escriben a presos que han sido conocidos, y el juicio de Almeida por el crimen de la inmobiliaria tuvo mucha repercusión en La Rioja, acaban entablando con ellos mayor o menor relación. Almeida llegó hasta el final con esa desconocida que le escribía, y sin parentesco o antecedente personal alguno el interno consiguió que la dirección de la cárcel le autorizara a tener encuentros íntimos con esa mujer en un vis a vis de índole sexual. De algo tenía que valerle ser el preso de mayor confianza de El Dueso.
Sin embargo, Almeida tenía un problema reflejado en su sentencia: su placer sexual pasa por el dolor de su víctima. En 1998 este hombre sólo consiguió satisfacción sexual después de apuñalar 17 veces a la mujer a la que acabó asesinando. El clímax sexual, según la sentencia, llegó cuando María del Carmen agonizaba ante sus ojos. A ese tipo se le premiaba con un encuentro íntimo en prisión. ¿Qué pasaría si Almeida no lograba excitarse con una relación sexual normal? ¿Correría peligro su nueva amiga si el interno se veía frustrado en su intención de mantener relaciones? La dirección de la cárcel le autorizó al uso de un estimulante sexual para evitar situaciones complicadas. Según las fuentes penitenciarias consultadas por OKDIARIO, a Almeida se le autorizó a tomar viagra para aquellos encuentros.
Almeida siguió siendo un interno muy bueno hasta hace poco más de un año. En mayo de 2020 salió en libertad condicional cuando aún le quedaba condena por cumplir. Desde hace varias semanas los vecinos del niño de Lardero se quejaban de su comportamiento. Vigilaba y seguía a los menores hasta que fue detenido sujetando en brazos al niño que presuntamente ha muerto estrangulado por él. Acabará de nuevo en la cárcel a la espera de juicio y volverá a ser un preso modelo, seguro.